SINOPSIS
Desde hace tres años Anita y yo vivimos en Barcelona. Lejos de nuestro país, imagino el rodaje de una película en el Pacífico colombiano, una sinfonía musical selvática, en donde los cantos tradicionales Los lleven desde el nacimiento hasta la muerte. Pero sólo tengo recuerdos, conversaciones y reflexiones. ¿será suficiente para comenzar a crear?
Este es un diario visual de una pareja de migrantes colombianos que por medio de la música han encontrado una de las tantas formas de reconectar con sus raíces.
APUNTES
DEL DIRECTOR
Anita y yo no somos cantantes, pero la música nos ha unido. Somos una pareja de migrantes colombianos que llegamos a Barcelona con la excusa de estudiar. La vida nos ha cantado mucho en estos tres años. Hemos encontrado varios grupos de amigos, migrantes como nosotros que en sus tradiciones e idiosincrasias encuentran una de las tantas formas de reconectar con sus raíces y sobrevivir.
Mientras estamos por Europa, lejos de casa, se me ocurre la idea de hacer una película en donde se vea cómo la música y en especial la de la zona del Pacífico colombiano se relaciona con los diferentes momentos de la vida. ¿Será que nuestra vida es una gran canción?
En el Pacifico colombiano, una región selvática, húmeda, vaporosa, llena de naturaleza y de magia, la música tradicional está presente en los diferentes momentos de la vida, desde los arrullos, canciones juguetonas que se le entonan a los niños y recién nacidos; hasta los alabados, tristes lamentos funerarios y religiosos que ayudan a que las almas de los muertos hagan un libre tránsito al más allá. Quiero hacer una película, una especie de musical en donde las imágenes nos muestran esa vida reflejada en las canciones. Pero el problema es que me encuentro lejos, la película que hago es un reflejo de lo que desearía que fuera.
La película la vengo imaginando desde hace tiempo, desde el primer día que hablé del tema con Anita, en un lejano 2015, cuando le dije que en la música del Pacífico las letras nos hablan de lo que viven las personas en la comunidad, que esas letras entonadas en muchas ocasiones por ancianas cantaoras contienen la esencia de la vida, la simplicidad de la ruralidad.
Hace unos días le hablé de este recuerdo, en su mente ya no estaba esta conversación.
La imposibilidad de estar en el país, hace que la película la empiece a imaginar, la construya por medio de retazos. Para desarrollar Crónica de un Canto me voy a valer de lo que tengo a la mano, en algunos discos duros encuentro diferentes planos, tomas, secuencias que he grabado en los últimos 6 años en Cali, el Pacífico colombiano y Barcelona. Utilizaré planos descartados de otros trabajos audiovisuales, entre otras imágenes que he ido almacenando y que no encuentran su lugar en ninguna parte. Esta película se va a construir desde el montaje, desde el reciclaje de imágenes y desde la reflexión acerca de estas. Un espacio fundamental en la película es la Sala de Montaje, como metáfora del lienzo creador del cine.
Pero también, esta película se construye a modo de diario. Registrando situaciones cotidianas que he vivido con Anita. Ya vamos para tres años de haber migrado, y la música ha sido una de las cosas que siempre nos ha conectado con nuestras raíces. Desde que llegamos a Barcelona, nos interesó la efervescencia cultural de la ciudad, la cantidad de sonidos que se podían escuchar por las calles.
Con los elementos que tenía a mano empecé a registrar estos momentos, sonidos e imágenes que me llamaron la atención. La música estuvo presente en nuestro primer año en la ciudad. Pero luego llegó el covid y a todos nos encerraron obligatoriamente. La música se apagó.